domingo, 28 de abril de 2013

Día +318. Con azúcar y canela



Los que estéis pasando por esto ya lo sabréis; a los que estéis a punto de hacerlo, os aviso. A partir de la operación, cada vez que comáis algo delante de la gente os van a preguntar si podéis comer "eso" que os estáis comiendo justo delante de ellos. Es algo que con el tiempo, llega a hacerte hasta gracia... ¿No ves que me lo estoy comiendo, alma de cántaro?

Sobre todo, os pasará si os coméis algo dulce o calórico. El otro día, mi chico hizo un pudding de plátano que estaba para chuparse los dedos, y se me ocurrió llevar un poco al trabajo, para que comiéramos todos. Y hubo una compañera que me preguntó si yo podía comer eso, y más aún, si debía. 

Me lo preguntó mientras las dos estábamos comiendo, así que la primera pregunta quedó respondida. Vamos, creo yo. 

La segunda... a ver, no es que no deba. Es que no debo hacerlo todos los días. Pero es algo de cajón, ¿no? Cuando estás a dieta, no te comes un pastel diario. Y yo ahora estoy a dieta perpetua. Sin demasiado esfuerzo, pero a dieta perpetua. 

Pero de vez en cuando, sí me permito un dulce. No mucho, ni muy a menudo. Pero algo sí. Una onza de chocolate, un flan, unas galletas... Desde luego no lo de antes, cuando me podía comer media tableta de chocolate de una sentada. Pero no puedo estar toda la vida a base de ensaladas y pescado hervido; ¡A ver quién soporta eso!

Tras esta reflexión, me voy a desayunar. Y como hoy es domingo, voy a comerme una torrija que hicimos ayer. Al horno, para que no sea tan calórica. Y sólo una. Pero eso sí, con azúcar y canela. 

jueves, 11 de abril de 2013

Día +301: Buscando en el baúl de los recuerdos




Madre mía, día +301 ya. Impresionante.

Sigo en 94 kilos, pero mi volumen es considerablemente menor. Tanto que ayer me pude poner un pantalón de la talla 52 que llevaba como 6 años sin poder ponerme. Pensar que empecé llevando una 58 ó 60...

Tengo en casa un baúl y como 3 ó 4 maletas llenas de ropa que no podía ponerme. Como detesto comprarme ropa, tiendo a guardar toda la que ya no me queda bien, por si algún día puedo volver a utilizarla. Sí, está bastante pasada de moda, pero un par de vaqueros o unos pantalones negros son intemporales.

Como llevo toda la semana muy liada, no había tenido tiempo de recoger y doblar la ropa que he ido lavando, así que ayer me encontré sin nada que ponerme. Pero me acordé de mi viejo baúl, y rebusqué un poco en él. Et voilà... Unos vaqueros y una camisa negra que me pude poner. Tras plancharlos un poco, claro.

Suerte que guardé toda esa ropa, no tengo dinero ni tiempo para ir de tiendas cada mes. Pero ahora me siento como si volviese a estrenar ropa nueva. Y la verdad es que la sensación me encanta.