sábado, 26 de enero de 2013

Día +225: ¡Rebajas time!






Tenía que llegar el momento. Toda la ropa que tenía de años pasados se me cae; era hora de ir de compras. ¿Y qué mejor momento que en época de rebajas?

Una cosa que debéis saber sobre mí: Detesto comprarme ropa. Si, subrayado y todo. ¿Sabéis los sufridos maridos/novios/padres/hermanos que pululan por las tiendas de ropa con gesto de aburrimiento mortal mientras su acompañante de turno se prueba prenda tras prenda? Pues yo me siento más como ellos que como la que está en el probador. Me aburre soberanamente probarme camisa tras camisa o pantalón tras pantalón.

Y como no me gusta, procuro acabar lo antes posible. No soy de las que se recorre el centro comercial buscando la tienda perfecta, ni de las que entra en el probador con diez prendas en la mano para llevarse sólo una. Yo tengo una o dos tiendas cuyo estilo me gusta, que tienen mis tallas y que no están mal de precio, así que voy a tiro hecho: Aquí la ropa interior, aquí la exterior, aquí los zapatos. Pim, pam, pum, listo.

No sé por qué me aburre tanto. Quizá porque varias veces me he pasado horas interminables buscando ropa de mi talla que no parezca de abuela de ochenta años yendo a enterrar a su marido. Antes de operarme, según el fabricante, usaba una talla 58/60, o una XXXL. ¡Eso no se encuentra en cualquier parte!

Al menos hasta ahora. Me  he comprado dos pares de pantalones de la talla 54, y uno de ellos me está hasta amplio. Las tres camisas, lo mismo, tallas 52 y 54. Y el traje de baño para evitar exhibicionismos en la piscina, talla XL.

Desde luego, estoy lejos de comprarme la ropa en el Bershka (Que tampoco es mi meta, porque no me gusta nada esa ropa), pero no vamos mal. Reconozco que esta vez hasta me he divertido un poco en el probador. Y espero divertirrme más cuando me compre la ropa de verano, Pero eso ya será en las rebajas de julio.

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