Esta mañana ha tocado revisión con el cirujano; ya tocaba, no me había visto desde hacía 17 días, cuando me dio el alta.
Hemos estado repasando mis hábitos desde que salí del hospital, y hemos dado con el motivo de que esté tremendamente débil desde hace dos días; efectivamente estaba comenzando a deshidratarme. Las náuseas y los vómitos del cambio de dieta han reducido mi consumo de agua y mi cuerpo está empezando a quejarse. Pero esta mañana ya me he encontrado mejor, lo he tolerado todo bien y llevo más de un litro de agua bebido hasta ahora (son las cuatro menos diez de la tarde). y la verdad, ya empiezo a sentir más energías. Fíjate tú.
También me ha retirado las inyecciones de heparina que me llevaba poniendo desde que pasé por quirófano, ya que, salvo en lo que a cargar pesos se refiere, estoy haciendo vida prácticamente normal y el riesgo de trombosis a estas alturas es ya muy bajo. No sabéis cómo lo agradecemos mi pobre y amoratado abdomen y yo.
Pero eso no quiere decir que deba relajarme; tengo que seguir llevando una vida lo más activa posible para que el riesgo de trombosis se reduzca a cero. Aunque eso no es problema; mi marido y yo paseamos a nuestro perro al menos una hora al día, y además ahora tengo a un familiar pasando el verano con nosotros. Los que vivís en lugares turísticos ya sabéis qué significa eso: Paseos, excursiones, visitas variadas... vamos, el no parar.
Eso sí, a todas partes con una botellita de agua. A hidratarse tocan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario