viernes, 13 de julio de 2012

Día +29: Una prueba de fuego (Y no por los 40 grados a la sombra)

Mañana hace ya un mes. ¡Es increíble cómo me ha cambiado la vida en este tiempo! Si pienso en todas las cosas que antes daba por sentadas y ahora ni se me ocurre hacer... ¡Y esto es sólo el principio!

Sin embargo, ayer volví a una antigua costumbre que no tengo por qué perder: Salí a comer fuera.

Fui con mis compañeras de trabajo, habíamos quedado para vernos porque algunas de nosotras ya no trabajan en el servicio y no queremos perder el contacto. Yo iba con un poco de miedo, porque el lugar que escogieron era el típico restaurante a pie de playa, que sirve paellas, combinados... pero ni rastro de sopas o purés. Así que me llevé un potito infantil en el bolso, sólo por si no había nada que pudiese comer.

Sí, ya sé que se hace raro andar con los potitos en el bolso, pero... ¡Eh, se supone que esta intervención es para mejorar tu calidad de vida, no para amargarte la existencia! Si me apetece salir con unos amigos, no tengo por qué no hacerlo; sólo hay que adaptarse un poco.

A la hora de ver la carta, me tranquilicé un poco, porque también servían tortillas francesas, perritos calientes... así que decidí lanzarme a la piscina y pedirme un perrito caliente, para masticarlo muuuuucho. ¡Y me sentó de maravilla! Sólo pude con la salchicha y un par de pellizcos de pan, pero no me importó. ¡No pensaba estropear el momento y acabar vomitando sólo por acabarme el pan!

Reconozco que estoy como una cabra y que aún es pronto para empezar a tomar sólidos. Pero eh, si quiero empezar a hacer vida normal, esto es lo que va a ocurrir a partir de ahora. Fui con muuuucho cuidado, masticando cada bocado un montón de veces y tardando todo lo que fue necesario (A partir de ahora, prohibidísimo comer con prisas). Y las compis fueron un cielo, totalmente comprensivas (por eso es sumamente importante, sobretodo en las primeras veces, comer con alguien que sepa por lo que se está pasando. Son mucho más comprensivos y a la vez pueden darte un toque cuando la ansiedad te hace comer muy rápido. Mis compis son así, y mi marido se está ganando el cielo por ello).

Lo más importante, me demostré a mí misma que no tengo por qué cambiar totalmente de vida. Si no salgo a comer fuera,que sea porque no quiero, no porque no puedo. Al fin y al cabo, también tengo derecho a pasármelo bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario