domingo, 10 de junio de 2012

Día -4: Cómo me he metido en este lío

Antes de contar todos los pasos que me han llevado hasta aquí, me gustaría explicar un poco cómo he llegado a necesitar la cirugía.

Veréis, he estado gorda desde que yo recuerdo. Desde pequeña, he sido la típica niña gordita hija de padres gorditos, sobrina de tíos gorditos y nieta de abuelas gorditas (A mis abuelos no los llegué a conocer, pero gordos no estaban). Sumadle eso a mis gafas de culo de botella, a mis aparatos en los dientes y al hecho de que fuese buena estudiante... Vamos, que era la típica friki marginada en el instituto. Nunca llegaron a tratarme mal, pero amigos, lo que se dice amigos, nunca he tenido, salvo dos o tres compañeras.

No le echo la culpa a mi familia ni a mi vida social, entendedme. Sí que en casa se comía bien, pero fundamentalmente he llegado a este peso desde que vivo en mi propia casa. Y no porque tenga un problema metabólico, no. Estoy gorda porque como un montón, porque me encanta comer y porque no soy lo que se dice una deportista nata (vamos, que el sofá es el mueble más utilizado en mi casa).

De un tiempo a esta parte me muevo más, pero siempre he sido totalmente sedentaria. Mi marido y yo adoptamos un perro, entre otras cosas, para tener una excusa para salir a caminar y movernos un poco; por eso adoptamos a Kuro, nuestro perro (El nombre significa "Negro" en japonés, ambos admiramos mucho a Japón y su cultura, y Kuro era negro cuando lo adoptamos... aunque ahora ya no, jejejeje)

Así que las cosas como son, estoy en esto porque yo misma me lo he buscado, pero ya me he cansado de agotarme subiendo cuatro tramos de escaleras, y de no tener energía para nada. Tengo casi 34 años y soy hipertensa, y no quiero ser diabética dentro de uno o dos. Va siendo hora de cambiar. Me va la salud en ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario